ESTRUCTURA VERTICAL RECUERDO
ISBN : 978-84-92604-17-3
Categoria : QUADRIVIUM EDITORIAL
Colección : N/D
Edición : No Disponible
Tipo : FONDO
Páginas : 58
Idioma : No informado
PVP : 9,00€

El poemario que le invitamos a leer no hace de la queja un acto expiatorio, ni es una catarsis para sentimentales, desgarrados, desarropados o afectos de desamor. En absoluto (Orfeo versus Eurídice). La estructura vertical de tu recuerdo no es ningún remanso de paz ni un texto satisfactorio -si bien puede leerse con suma satisfacción-. Habla de lo íntimo (¿hay algo más íntimo que la estructura?) sin ser intimista -Hegel y Adorno repudiaban la sensiblería pasatista. Su naturaleza íntima radica en la cópula de los significantes allí donde quiebra el sentido y se excluye el goce, donde declina el yo de las certezas. Es justo de este fracaso que es hijo el sujeto. En esta cita ineludible con la verdad, la lectura de éste poemario puede ser (in)cómoda al lector -Orfeo-, puede aturdirlo, exasperarlo, pero siempre sacarlo de su zona de confort (¿hay algo más inconfortable que obliterar lo escurridizo del sentido tras el sueño de completud?). Si un poema no ha destrozado tu alma -dice Edgar Allam Poe-, no has experimentado la poesía. La estructura vertical de tu recuerdo viene a decir que la palabra, que horada y cercena, tiene un efecto liberador, que el sujeto es a pura pérdida, y que la falta (Eurídice) es el lugar y el fundamento mismo de la producción. Espacio del acontecimiento, de la posibilidad, del encuentro de dos voces -no de dos poetas (¿Hay poetas? ¿Cuál es el ser de un poeta?)--que no se saben: ¿es Marta?, ¿es Fran? ¿Marta y Fran?, ¿Fran y Marta?, ¿ambos?, ¿o uno sin el otro?, ¿la elipsis de ambos? No: el Otro sin el Uno. Se escribe desde la falta, lo que se pierde; y la presencia de lo que ya no es, de lo que ya no está, es el cadejo de Ariadna que arma y teje (de textum, tejer) el recuerdo. La producción tiene la estructura del deseo. Lo íntimo. En la carne misma del verso está escrito: el lector es al poema, lo que el prisma al haz de luz. Frente a la cerrazón petrificante, cabe la posibilidad, cabe la apertura, cabe la vida, cabe la poesía. La lectura es errática: se lee siguiendo las huellas de la falta: el objeto siempre está fuera de lugar, si es que alguna vez hubo un lugar. Es esto lo que le otorga efecto transformador y de claridad. Tal su razón de ser, tal su función (la literatura y aún menos la poesía, no son un bien de consumo). Enfrentarse al texto, como a la vida, es correr el riesgo, aceptando la posibilidad, afrontando la zozobra, lo incierto y lo inseguro. No por nada la lectura, como la vida, trae en ciernes la aisthesis, experiencia única, heurística y transformadora en el sujeto. Resuena dentro del poemario que les presentamos una verdad: siempre nos queda el por decir, el más allá de lo dicho, lo que escapa entre los dedos a la palabra, nos queda, por suerte, la poesía.

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