Escrita en 1919, la carta de Franz Kakfa a su padre expresa sentimientos de inferioridad y acusa un cierto rechazo paterno. Pero no se puede tomar esta carta como un relato completamente autorreferencial ni como un mensaje real a su padre. Tanto es así que su amigo íntimo y editor póstumo, Max Brod, no la incluyó en el volumen dedicado a su correspondencia, sino en el que reúne sus escritos literarios. "Como la carta nunca llegó a su destinatario -se justificó Brod-, no cumplió la función de una carta". La decisión lo cambia todo: acompañada de textos ficcionales, la violenta misiva pierde en parte su carácter de documento autobiográfico. A este criterio tiene que haber contribuido el hecho de que Kafka pasó (o hizo pasar) a máquina el manuscrito e incluso llegó a corregir la versión en limpio, cuidado reservado exclusivamente a los relatos que serían dados a la imprenta. Incluso Brod sostiene, en su propia biografía, que el padre de Kafka no era el tirano
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