En 1098 se fundó el que más tarde sería el monasterio de Citeaux,
cuna de la orden del Cister y punto de partida de la expansión de la orden por toda
Europa. El ascético modo de vida también encontró reflejo en la arquitectura
impregnada de sencillez y sobriedad que expresaba su espiritualidad. El mundo de los
cistercienses sigue ejerciendo actualmente una gran fascinación, pues personifica los
valores de la vida rural como contrapunto a los problemas que plantea vivir en las
grandes ciudades modernas. Los monasterios cistercienses son también símbolo de la
utopía medieval, que nos recuerda las cuestiones fundamentales de la existencia. La
armonía entre ética y estética es lo constituye el encanto de los monumentos
cistercienses. Mediante espléndidas fotos a todo color y rigurosos textos, este volumen
presenta más de 50 monasterios repartidos por toda Europa; una obra que nos
regresa a las raíces del cristianismo en Europa.
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